La vida, a veces, se pone estupenda:
te llama un viejo amor, o por la calle
te sonríe una niña.
Es como si, de pronto, el mundo se vistiera
de sol y primavera.
La vida, en ocasiones, se abre como una caja
y te muestra el poema de un viejo con su nieto,
la joven que de pronto
descubre que los besos son los tragos del día,
o te encuentras, perdido en los cajones,
el mapa del tesoro.
Es, a veces, la vida, igual que un calendario
sin las fechas tachadas,
como los viejos cines con olor a ozopino,
lo mismo que palabras como azúcar, tomillo,
chocolate o merienda.
Y piensas que este mundo no es tan malo y tan negro.
Que se puede escribir algún verso perdido
o coger el teléfono
aunque sea de una empresa de marketing directo
y contestar, amable, cosas que no te importan.
Y deseas entonces creer en estas cosas,
aunque sepas
que al instante siguiente
corres el riesgo cierto de que alguien o algo
(Rodolfo Serrano)
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