viernes

-Dicen que San Ulises inventó el remo y el deseo de volver al hogar. Ya había remos en tiempos de San Ulises, pero es seguro que él inventó el remo. Muchas veces yo tengo nostalgia de mi país, Laertes. Me viene mal el atardecer, en otoño porque se van las golondrinas, en enero porque florecen los almendros, en mayo porque canta la calandria, en julio porque el viento trae a la terraza de mi casa pétalos de amapolas. Y entonces siento el remo de San Ulises a mi costado. Si en ese instante alargase la mano, encontraría el remo sujeto con un estrobo de ilusiones al corazón. (Las mocedades de Ulises, Álvaro Cunqueiro.)

domingo

Hoy he salido a mirar flores, que si no qué.

viernes

Que nos jodan.

Me parece VERGONZOSO que un pueblo “reaccione” porque una diputada grite un “que se jodan” en el Congreso. Qué significan si no el resto de aplausos, qué significan si no todas las medidas que están tomando en beneficio de todos ellos y nadie más, qué significan si no todos estos recortes. QUE NOS JODAN. No debería ser necesario que alguien lo gritara. ¡Pero si nos lo están estampando constantemente en la cara! “El ¡que se jodan! de Andrea Fabra incendia Twitter”, y ese es el problema, que sólo incendia eso, y poco rato. Me avergüenza vivir en un país que no reacciona ante absolutamente nada que no sea fútbol, donde, después de hervir Twitter pareciendo que sí, un poco la revolución, todo el mundo se queda ahí, en Twitter. O en la terraza. O fumándose un cigarro. Pero pasando, como buen español español español. Me parece vergonzoso un país donde se vuelve a ver como normal que la policía dé hostias por “mantener el orden, por el bien común”, donde te fichan y te cae una multa de 300 euros porque más de veinte personas se reúnan en la calle (a no ser que sea para hacer el paleto con la cara pintada con su bandera) mientras se permite que gente trabaje sin cobrar y que la banca se embolse miles de millones a costa de gente que tiene cada vez menos. Pero sobre todo me avergüenza un país que no es capaz de reaccionar ante la evidencia. No sé si os habéis parado a pensarlo pero la gente está triste, la gente, realmente, está mal. Aunque empiezo a pensar que no, que no os habéis parado a pensarlo. Lo tenemos todo sí, el clima, los paisajes, la gente, el buen humor, la alegría de vivir. Pero no tenemos lo que hace falta: cojones. Ni por lo visto el orgullo del que muchos presumen. Al final nos quedaremos sin todo. Nos lo merecemos. Nos dicen “toma, come mierda” y nosotros solitos abrimos la boca y masticamos. España, púdrete.

miércoles

Hoy me he levantado pronto y he perdido el tiempo, he salido a la calle y he paseado y he mirado faldas de colores y he hecho fotos con el móvil para hacer tiempo hasta ir al Hospital. Me han quitado la escayola y luego ya no he pensado mucho en mi brazo. He discutido con mi hermano. Estaba triste. He hablado dos horas con una amiga. Estaba triste. He llamado por teléfono a mis padres. Estaban tristes. Después he pensado en España otra vez. ¿Merece la pena toda esta tristeza?

martes

Desayuno.

Hoy he ido a desayunar con mi amiga Isa: café con leche, croasán y zumo de naranja, que es lo que me gusta desayunar cuando desayuno, casi nunca, porque me aburre hacerlo sola. Hemos ido a Malasaña, que me gusta por las mañanas, cuando no está lleno de gilipollas. Hemos hablado de la vida, porque eso hacemos Isa y yo cuando nos vemos, o sea, no mucho. Hemos hablado de la vida, de ir al río, de cubatas a dos euros y de otras cosas que no vienen a cuento. Después hemos paseado hasta Sol, pasando por Ópera y parando en un rincón al lado de un árbol que me enseñó mi amiga Irene (otra de las personas con las que me gustaba pasear, pero que ha tenido que dejar de vivir en Madrid porque cómo está la vida y el mundo y bla bla blá). El caso es que hemos paseado, que es una de las cosas mejores y más bonitas que se pueden hacer por Madrid aunque no os hayáis dado cuenta, hablando, claro, de cómo nos gusta esta ciudad, (en la calle Mayor la he tenido que interrumpir para comprar unas flores rosas, qué le vamos a hacer) de cómo nos gustaba ya esta cuidad cuando no vivíamos todavía aquí todo el rato. Con ella también he estado fuera de España, y nos hemos querido quedar fuera, claro, cuando todavía era por gusto. La verdad es que siempre he hablado con Isa de largarnos de aquí y al final siempre nos hemos quedado. Sospecho que somos dos personas que, en el fondo, siempre hemos querido quedarnos para siempre en Madrid. Bajando por Gran Vía hemos hablado de cosas importantes y de cosas de mierda, que son nuestras cosas de mierda y por eso nos encantan. Aunque no nos veamos mucho. Con lo que me gusta. Nos hemos despedido y nada más subirme al autobús me ha escrito que le gusta tanto quedar conmigo. Y yo le he dicho que a mí sí que me gusta tanto quedar con ella y que estas cosas hay que repetirlas más. Y ella que claro que estas cosas hay que repetirlas más. Ha sido una mañana tan guay que he tenido que escribirlo. Y con una sola mano, que hasta mañana no me quitan la escayola. Imagínate si ha sido guay.

viernes

viernes.

Un día, normalmente, puede ser un día cualquiera, o puede ser el último viernes de abril. Un día, puede, no llegas tarde a trabajar, aun parándote un poco a ver cómo fuma el señor que fuma todas las mañanas en la misma puerta leyendo un periódico que no sabes cúal es, y piensas que debe no estar tan mal llevar a los niños al colegio y charlar un rato con personas que no tienen nada que ver contigo porque charlar por las mañanas está bien y es un buen ejercicio para comprender las cosas. Un día cruzas el paso de cebra de todos los días desde que has decidido ir andando a otra boca de metro por no hacer transbordo y, por favor por favor que no venga el autobús justo ahora que tengo que cruzar. Y no viene. Luego que qué tonto que te dé apuro hacer parar al autobús en un paso de cebra. Un día que si pones la radio y no son las canciones de siempre pero sí las mismas noticias, que si que lo pases bien estos días, que si qué lluvia y qué sol, y qué tarde tan bonita para que estés. Un día te chocas casi con una chica al volver, y lleva unas flores enormes de un rosa pálido que te encanta, y ese chico -qué pantalones tan feos- que da un beso, y qué pena que se haya terminado el carrete de la cámara justo a tiempo para perderse esto pero me lo quedo igual, y qué fastidio, qué fastidio no tener. Y luego, qué portada de disco tan bonita en la que se agarran del brazo, ojalá las siestas duraran siempre un rato más, qué rabia tan grande pero tan poco expansiva ésta de no saber hacia donde tirar y si esperarte. Qué pequeña esta ciudad ahora que intentan echarte por todas partes. Un día que si ya no me esperes porque no voy a estar y qué más da si no has estado nunca te espero porque es una de las cosas que sé hacer vamos a tocarnos pero mejor no ahora no igual la semana que viene o nunca. Qué rabia tan pequeña, qué tarde tan lluviosa y tan soleada, qué último viernes de abril. Qué lío.

lunes

opiniones.

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.


(Juan Gelman)